"¿Desea manifestar algo más?", le preguntó Carlos Jiménez Montilla, presidente del Tribunal de la Megacausa Arsenales II-Jefatura II, el jueves 13 de julio. Marta Rondoletto había esperado 37 años y ocho meses por ese momento. De la carpeta color madera que tenía sobre sus piernas sacó una fotografía en blanco y negro de toda su familia y la levantó en dirección a los imputados. "Esta es mi familia, no nos han vencido", dijo con vehemencia. Un mes después, el 20 de agosto en el Salón Azul del Congreso, Rondoletto fue una de las mujeres laureadas en la primera entrega del premio "Compañera Evita", reconocimiento de la Nación para las "luchadoras comprometidas, solidarias y abnegadas" de todo el país.
Desde la sala de estar de su casa cerca del ex Mercado de Abasto, que supo ser de sus padres hasta la fecha del secuestro de toda su familia, una de las fundadoras de Familiares de Desaparecidos de Tucumán (Fadetuc) afirma que el premio no es de carácter individual, sino que es el homenaje a la lucha por el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los '70. El caso de Rondoletto, a quien le secuestraron sus padres, sus dos hermanos y su cuñada embarazada de tres meses, es uno de los pilares de la megacausa que se sustancia en el TOF.
- ¿Cómo fueron sus inicios como militante de derechos humanos?
- Cuando regresé al país en diciembre del '83, comencé a militar en Familiares de Detenidos y Desaparecidos. Al poco tiempo empecé a trabajar cerca de "Pirucha" Campopiano, fundamentalmente investigando. No se podía hacer mucho desde la Justicia. Esta situación se profundizó con los indultos. Había un montón de denuncias que no se habían realizado, o que fueron asentadas por familiares que ya no estaban y no se habían trabajado esas causas. Hasta el día de hoy siguen surgiendo denuncias.
- ¿Cuál es el valor del testimonio para reconstruir la historia?
- Es fundamental. Sobre todo en función de las etapas que se han recorrido desde el '75 hasta hoy, porque hay que marcar que en la provincia la represión empezó un año antes del golpe. Aquí existían campos de exterminio y hubo persecución, torturas y muerte desde entonces. Esa fue una de las cosas que las investigaciones nos permitieron corroborar, porque el año anterior al golpe hubo 150 desapariciones.
- ¿Cuál es la importancia del periodismo en las coberturas de juicios de lesa humanidad?
- El rol de los medios en relación a las luchas sociales es fundamental. En función de los juicios por crímenes de lesa humanidad, es fundamental. Sobre todo en la sociedad tucumana, que aún hoy sigue muy estructurada. Se sigue hablando de subversión y se sigue viendo a personajes relacionados a la dictadura como salvadores de la provincia. En relación al Pozo de Vargas, cuando hicimos las primeras presentaciones sobre la información que indicaba que en esa fosa había al menos 100 personas, un juez federal (en alusión a Felipe Terán) nos dijo sin titubear: "¿están seguros de que los desaparecidos no están en España?". Si un planteo así viene de la Justicia, qué se puede esperar de aquellos que fueron uno de los 250.000 votos que obtuvo (Antonio) Bussi cuando obtuvo la gobernación.
- ¿Cuál es el valor que le da usted a los juicios contra represores?
- Es un proceso histórico, porque son la evidencia más concreta que las luchas dan resultado. Ha llevado 30 años llegar aquí y no hubiera sucedido de no ser por el sacrificio de tanta gente. El juicio a la Junta Militar fue importantísimo, pero no suficiente. La historia no va a poder desconocer todos estos procesos. Por su parte, la megacausa es un proceso histórico en la provincia, porque aporta nuevas aristas del sistema represivo, como el interés meramente económico y de rapiña de las desapariciones.
- Lo último que dijo cuando declaró fue "esta es mi familia y no nos han vencido". ¿Vivir en la misma casa de sus padres es una muestra de ello?
- Sí. Yo siento que la muerte no implica que uno venza al otro. Nadie gana con la muerte. Uno siente la ausencia. No hay día en que no tenga un flash en el que vea a toda mi familia y a muchos compañeros. Últimamente con el juicio estoy llorando más seguido, después de tantos años que no he podido hacerlo.